miércoles, 17 de febrero de 2010
LA INMIGRACION SEGUNDA PARTE
Del Buenismo A La Xenofobia
En el artículo anterior explicaba cómo la inmigración ha sido un proceso de hechos consumados al que el estado le ha dado con mejor o peor fortuna un ropaje de legalidad. Y cómo este proceso descontrolado nos ha llevado a una situación de grave distorsión entre masa de población, y potencial económico.
Pero además de ese desajuste entre capacidad productiva y población, dado que la inmigración no ha sido planificada, no ha aportado nada a los problemas que este país tenía en el aspecto de la mano de obra. Los tres grandes problemas históricos de la mano de obra española son:
1. La poca cualificación.
2. La poca productividad.
3. El ser muy refractaria a los cambios organizativos, de producción y geográficos.
De estos tres problemas históricos la inmigración sólo ha mejorado el tercero: que es una mano de obra que se adapta mejor a los cambios de todo tipo. Pero en los otros dos problemas, hemos empeorado. Los inmigrantes han añadido mucha más mano de obra poco cualificada, y con una instrucción deficiente que dificultará su cualificación en el futuro. En parte por lo ya expuesto y al mismo tiempo porque está destinada a sectores de actividad con trabajo extensivo y con poco valor añadido es por lo que se entiende que es muy poco productiva
De estas palabras y tal vez del anterior artículo se podría malinterpretar mi intención y entender que defiendo que económicamente ha sido negativa la inmigración, cuando no es así, podría haber sido más beneficiosa si hubiera estado organizada y se hubiera diseñado en base a nuestros intereses, pero en último termino ha sido muy beneficiosa para contener las tensiones inflacionistas originadas por una larga etapa de prosperidad, y sobre todo porque aporta a nuestra sociedad unos hombres y mujeres muy activos que luchan por un futuro para ellos y sus familias pero al mismo tiempo alientan e impulsan el dinamismo general del país. Esa determinación en conseguir un futuro mejor, en muchos casos, deriva en proyectos empresariales y comerciales. En estos últimos años mi relación profesional con este colectivo ha sido darles soporte tanto en el inicio como posteriormente en el desarrollo de esos proyectos empresariales.
Además de los problemas económicos que hemos mencionado, están los problemas sociales, originados por un incremento grandísimo y en un espacio muy corto de tiempo de la población. Estos problemas los agruparía en dos grupos los problemas culturales y de convivencia por un lado (socioculturales) y los determinados por la presión que esta nueva población ejerce sobre los servicios sociales y educativos (sociopolíticos).
Poblaciones que tienen otras identidades, y en algún caso muy marcadas, que chocan con un sistema homogéneo de cultura, de referentes, incluso de color de la piel. Si a ello sumamos el hecho de que en ese periodo de euforia económica también hay muchos autóctonos que no se subieron al carro, o no les pasó por delante, entonces descubrimos a los perdedores de este decenio. Gente que por edad u oficio no han prosperado económicamente y socialmente; que viven en el mismo barrio, en el mismo piso; se añade el hecho de que muchos de sus vecinos se fueron a barrios mejores mientras ellos continúan en su edificio con nuevos vecinos, con los que les separa un abismo de diferencias culturales, religiosas, etc. Además el entorno de su barrio ha sufrido una radical metamorfosis, el tejido comercial ha cambiado radicalmente. Y esos cambios se han producido en un decenio cuando países análogos donde también han surgido problemas de convivencia han tenido generaciones para asimilar el pluralismo étnico y cultural.
Si además sumamos la presión de esa nueva población sobre unos servicios sociales siempre escasos, siempre masificados, sobre el sistema educativo, controvertido durante décadas, unos recién llegados en abierta competencia con los sectores más débiles de la población autóctona para disfrutar de las prestaciones del estado del bienestar, tenemos todos los ingredientes del conflicto social.
En este contexto nos encontramos con que el racismo y la xenofobia se extienden como una mancha de aceite por debajo de nuestros pies, sin darnos cuenta, sin emerger. Y en ese contexto local, y en general del país, no nos hacen ningún favor otros conflictos muy lejanos, pero que dan forma y llenan de contenidos al imaginario. Así el malestar por tener que convivir con otras culturas, con otras formas de actuar, se viste en el contexto de lucha entre el Islam y Occidente. Y esto crea distorsiones profundas. Por ejemplo la islamofóbia es una corriente política muy rentable porque explota esa mezcla de malestar antropológico con un imaginario que recrean los medios de comunicación cada día, pero curiosamente en esa línea de islamofóbia política, ahora se plantea la demanda de que se creen filtros para los inmigrantes que quieran tener residencias permanentes o la nacionalidad, exigiendo que estén integrados, etc., pero todo ello desde el desconocimiento, o algo peor: desde la demagogia más peligrosa. Frente a ello reivindico el principio del Imperio de la Ley, en el sentido más amplio e informador de nuestro sistema normativos, que como un referente común nos une a todos y excluya a cualquiera que no quiera convivir dentro de un sistema que es de leyes pero en el que indudablemente subyacen unos valores mínimos comunes, y con la grandeza de que al ser mínimos, son capaces de unificar en un espacio político determinado a personas con disparidad de religiones, éticas, culturas, etnias, etc.
El otro día por la noche atravesaba un parque de Mataró, con muy mala iluminación cómo es habitual en los parques de esta ciudad, y me encontré un grupo de adolescentes magrebíes en situación desafiante y bebiendo cerveza. Cuando ya los había dejado atrás pensé: “¿Éstos son los “integrados” que tanto nos interesan?”. La pregunta es: ¿El Islam es una amenaza o una fortaleza?. ¿Unos inmigrantes desislamizados, desarraigados, son un activo o una amenaza? ¿Vamos a sucumbir a la demagogia por un pequeño rédito electoral o vamos ha hacer pedagogía buscando el bien de la sociedad? Sé que en otro orden de cosas, a un nivel filosófico espiritual, el Islam está creando una gran turbación, en España y en toda Europa, pero esa turbación a mi entender proviene del enorme vacío espiritual que hay en Europa, y una fe fuerte como el Islam asusta. Pero no es un problema del Islam; es un problema de Europa y de España. Se le ha dado la espalda al Cristianismo. No olvidemos como Francia se opuso ferozmente, en el afortunadamente fenecido proyecto de Constitución Europea, a que se introdujera cualquier referencia al Cristianismo. El supuesto enfrentamiento en nuestra sociedad entre Islam y Cristianismo, en nuestro caso Catolicismo, proviene de sectores ajenos a la Iglesia Católica por un lado, y a las entidades de culto islámico por otro. Pero no es mi intención en este artículo profundizar sobre aspectos filosóficos y existenciales. Que espero acometer en otro artículo.
Volviendo al tema principal la inmigración, durante años he estado criticando lo nefasto de un proceso descontrolado y con un crecimiento brutal; críticas que he expresado sin ambigüedad incluso a los colectivos de inmigrantes. Y debo decir que no han sido pocos los inmigrantes que incluso teniendo cargos en entidades en las cuales se asocian han compartido esos temores conmigo. Al final los malos presagios se han cumplido, tenemos un volumen altísimo de población inmigrada, situación de paro disparada, un malestar social a causa de las dos premisas anteriores, organizaciones políticas que quieren sacar rédito político a este malestar, aunque sea creando heridas en el tejido social difíciles de cicatrizar.
En ese contexto, seguimos trabajando desde el Ayuntamiento de Mataró para que podamos seguir adelante sin que la fractura social se haga más grande y derive en enfrentamientos sociales. En esa voluntad de trabajo en común y de sacar el debate del enfrentamiento entre los partidos del Consistorio, se renovó para esta legislatura el Pacte per a la Nova Ciutadania. Y dentro de dicho Pacte, en la Comissió de Seguiment, estamos intentando influir en la acción del gobierno. Ahora nuestro interés de cara a los dos próximos ejercicios, es que la afortunada y pionera acción de acogida a los recién llegados se compagine con acciones con los autóctonos, a favor de la convivencia y el conocimiento mutuo. Así como trabajar contra toda esa corriente de opinión que en base a chismes, mentiras, verdades a medias y en general un profundo desconocimiento sirven de caldo de cultivo del discurso xenófobo.
En ese contexto de trabajo, en el ámbito de la Política Municipal, descubrí hace más de dos años que el Ayuntamiento estaba dando de baja a inmigrantes que vivían en Mataró. El Ayuntamiento cumpliendo el trámite legal que le obliga a los dos años de inscribirse en el padrón un extranjero a revisar dicho el empadronamiento. Descubrí que si bien los trámites los hacía de forma que se adecuaban a la Ley de Procedimiento Administrativo, en lo que se refiere a la necesaria finalidad que en la norma subyace no se cumple con su objetivo, ya que personas residentes en Mataró son desempadronadas, causándoles con ello un perjuicio.
Ante este problema, que es evidente que era un tema menor, de procedimiento administrativo, yo manifesté tanto en la Comisión Informativa como en el Consell per a la Nova Ciutadania, que para evitar la situación antes descrita, al mismo tiempo que se enviaba la carta certificada que notifica la baja del padrón, era conveniente enviar otra carta por correo ordinario con la información. Si el Gobierno conociera y tuviera una mínima empatía con esa población, sabría que muchos de ellos trabajan muy lejos de nuestra ciudad, a la que vuelven muy tarde, y que muchas veces se ausentan unos días, entre semana, para trabajar en otra localidad. Por esta razón si la carta va certificada sólo cuentan con el aviso, como mucho, mientras que si la reciben por correo ordinario la pueden recibir a cualquier hora, el fin de semana, o incluso los compañeros de piso.
Y ante las negativas de los responsables tanto de Serveis Centrals como de Nova Ciutadania, que me negaban la mayor, es decir que este caso no se daba, me dediqué hace más de un año a enviar a la lista de ciudadanos que habían sido desempadronados una carta explicando lo que había sucedido con ellos. Sobre todo porqué esta situación afectaba a posibles derechos individuales. El resultado fue que de inmediato varios ciudadanos, que teóricamente ya no vivían en Mataró, fueron a las Oficinas de la Ofiac para interesarse por su situación, porque el hecho es que mis cartas sí llegaron a su destinatario.
Ante esta situación el gobierno municipal optó por pedir una consulta a la Agència Catalana de Protecció de Dades, por si mi comportamiento había vulnerado la legalidad. La Agencia emitió un dictamen muy complejo en el que no quedaba claro como se compaginaba el derecho a la privacidad de los datos (en este caso del domicilio de los afectados) y el derecho de un regidor a la información y a la defensa de los intereses colectivos.
A partir de ahí han transcurrido once meses y el pasado mes de enero recibió el Grupo Municipal del Partido Popular una comunicación de la Agencia de Protección de Datos en que se me habría expediente sancionador. A partir de ese punto presentamos escrito de alegaciones que a fecha de hoy todavía no está resuelto. El problema político viene cuando, por circunstancias ajenas a este tema y con el único afán de distraer la atención del “affaire de Can Fàbregas”, el PSC, y más concretamente su Secretario General, ha iniciado una campaña de difamación contra mi persona.
Sr. Ramon Basas, sé que una de sus funciones es hacer de “bulldog” del PSC, y no niego que lo hace bien. En base a ese menester, y dado que estamos en política, usted puede, e incluso debe, criticarme como miembro de la oposición; pero sus críticas y valoraciones tienen un límite, sobre todo ético. Le recuerdo, por si se le ha olvidado, que existe el delito de calumnias e injurias cuando se acusa a otra persona de haber cometido un delito, a sabiendas de que la acusación es falsa. Por si Vd. no lo sabe, el despacho que yo regento no se dedica a tramitar ni permisos de trabajo ni de residencia. En mi labor profesional me dedico exclusivamente al asesoramiento de empresas, sólo nos dedicamos a particulares para la confección del IRPF, es decir: que o usted se cree que los sin papeles son empresarios, o bien no existe ninguna relación entre mis intereses profesionales y mi labor en este tema como concejal del Ayuntamiento.
Sé que a usted, en concreto, y a los de su partido, actuar por el bien común sin buscar un beneficio en ello le resulta incomprensible, pero es así. Cualquier reiteración en este sentido entra dentro del tipo penal de Injurias, y tal vez en el de calumnias.
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