viernes, 5 de diciembre de 2008

Liderazgo moral y participación política

El pasado día 27 la Secretaria de Relaciones Institucionales de la Generalitat y su equivalente en el Ayuntamiento ha realizado una jornada sobre "Actitudes políticas y participación en Cataluña", aunque el título real debería haber sido "Falta de involucración política y de participación en Cataluña".

Este fenómeno no sólo es propio de Cataluña, se está dando en todas partes. Sólo hay que ver en los barómetros de opinión cómo están valorados los políticos y los partidos. Pero esta realidad no siempre ha sido así. Aquí mismo en Cataluña, vivimos una época en que hubo una masiva participación política, fue en la transición, y de todos los signos políticos, no cómo algunos quieren contar ahora de que fue de un solo signo y simplemente como una reacción a una época de falta de libertades políticas. No, lo que caracterizó esa época fueron dos parámetros fundamentales: la creencia en que el futuro y las expectativas individuales estaban íntimamente ligadas al devenir de los acontecimientos colectivos, y en segundo lugar el hecho de que los líderes políticos surgieran como seres idealizados ya que algunos habían luchado por sus ideas pagando un gran coste personal en esa lucha.

Más tarde vendría el desencanto al ver que la política no era capaz de incidir tanto como se había esperado en la vida particular de cada uno, luego vendría la desafectación con los partidos y con los políticos. Con los primeros porque se impuso en todos ellos estructuras rígidas, capillas de amigóles, clanes más o menos organizados, que pervertían el fin para el que estaban pensados los partidos, como cauce de participación política de los ciudadanos y como entidades de elaboración democrática de los proyectos políticos que luego se confrontaran en el debate electoral. Al mismo tiempo se extendía la opinión que la gente que se involucra en política, o aspira a un cargo público, era para su propio beneficio, cuando no para robar directamente. ¿Pero tienen razón en pensar eso de los políticos? En general no, la corrupción aunque existe en el fondo es muy minoritaria, no

tiene la amplitud como para el desprestigio que tiene la "cosa pública". Mi tesis es que lo que sí es mayoritario es lo que llamo el "mal estructural".

¿En qué consiste? En una subversión de los valores y principios personales y colectivos, que contamina como un virus a los políticos, a los partidos y a toda lo que es la acción pública. Consiste en un perverso cambio de medios por fines, de esta manera los partidos son entendidos como un fin en sí mismo. Los grupos de empresas, asociaciones, lobbys en general, en vez de intentar influir en los partidos, en la sociedad para que se organice de la forma que ellos creen más adecuada a sus legítimos intereses, lo que hacen hoy en día es influir para obtener un rendimiento directo, y de esa forma no se apoya a los partidos para influir sino para obtener. Una subversión que afecta como una epidemia a las personas que legítimamente sienten un compromiso político y social, que en vez de anteponer los principios, los valores, los proyectos, que es por lo que se está en política, lo que en realidad priman es la permanencia, los intereses espurios, como un triste dirigente local me explicaba "aquí estamos para salvar el culo". No estamos para eso, estamos para luchar, limpia y honradamente por nuestras ideas, por nuestros proyectos, y en base a la capacidad de transmitir esa autenticidad que es anterior al propio discurso podremos liderar un proyecto, como ha demostrado en USA, Barack Obama, que en un país que dan la espalda a la política y a la participación electoral ha conseguido movilizar a un ejército de voluntarios para su campaña electoral y ha conseguido récord de participación.

Sólo el liderazgo moral es capaz de movilizar a una sociedad desencantada y resignada a su devenir. Devenir que cada día es más triste y penoso.